"Cuba me mostró la esencia del amor"

-.Susú Pecoraro regresó a La Habana.-



Frente a la antigua catedral San Cristobal, creada en el siglo XVIII, sitio visitado por el Papa Juan Pablo II en 1998, la actriz se mostró emocionada por su regreso a una ciudad llena de amigos.





Desde lo alto del castillo de los Tres Reyes del Morro y su fortaleza, Susú observa la ciudad que tantas veces la recibió con los brazos abiertos. Allí entabló una amistad con el ex presidente y con el escritor colombiano.



En pleno "Malecón", sitio de obligada visita en La Habana, la actriz rememoró el romance que la une a la famosa isla, donde es una figura amada por la gente.


Con su arquitectura colonial, el centro histórico de La Habana Vieja, es uno de los lugares más adorados por Susú, quien fue premiada en Cuba por el filme "Camila".
Es pleno verano en Cuba, pero el calor parece agobiar menos en los frescos jardines del Hotel Nacional de Cuba, emblema de La Habana, sede de los famosos y bohemios festivales de cine que reunieron en sus galerías y salones, a las visitas más ilustres del ámbito del arte y la literatura. Allí donde dicen suele escaparse Fidel Castro (73) para observar las tormentas y el mar desde la estratégica altura. Los recuerdos se agolpan con la fuerza de tanto afecto dado y recibido y Susú Pecoraro respira profundo para comenzar a hablar de ese romance que la mantiene enamorada de Cuba. Ahora se ha vuelto muy popular por “Anita”, su papel más reciente en “Mujeres de nadie”, la novela de Pol-Ka que transmiten en TV cubana, y que en nuestro país le valió un Martín Fierro como mejor actriz. La gente la detiene en la calle y todos le piden una foto, pero en la isla no hay quien no la recuerde por “Camila”, la película que la consagró y hace 26 años la llevó a desembarcar allí, para robarse el corazón del pueblo cubano. El filme dirigido por María Luisa Bemberg venía de ser un suceso en Europa y en los Estados Unidos, donde estuvo nominado al Oscar como mejor película extranjera, y fue entonces, en 1984, cuando Susú conoció por primera vez La Habana. Se llevó el premio Coral a la mejor actriz, pero además, comenzó la historia de un amor tan correspondido como vigente. No sólo como jurado del mítico festival de cine latinoamericano, sino también para filmar allí mismo su amada “Historias clandestinas en La Habana”, junto a su gran amigo Jorge Perugorría.

“Venía de otros países, en medio de la vorágine que generó “Camila”, pero cuando llegué a Cuba sentí algo especial. Me enamoraron sus colores, el viento cálido, sus aromas, su gente. Fue emocionante porque en aquel momento, el festival de La Habana congregaba a personalidades como Harry Belafonte. Mercedes Sosa, el maestro Mario Benedetti, y el hotel se llenaba de artistas, de música. Eran tiempos de una movida cultural muy fuerte. También conocí a Pablo Milanés, un amigo del alma”, cuenta la actriz, quien vivió en esa primera visita un cálido encuentro con el padre de Ernesto “Che” Guevara, don Ernesto Guevara Lynch, y con Gabriel García Márquez Fue el Premio Nobel de Literatura quien se animó a llamarla simplemente “Camila” y le contó que había visto su película junto a Fidel y que él quería conocerla.

Efectivamente, el llamado llegó y Susú fue invitada al despacho de Castro. Fueron tres horas de una charla inolvidable, extensa, en la que se habló tanto de cine, como de otras grandes preocupaciones del líder Cubano. “Lo primero que me dijo Fidel fue que mi personaje era el de una mujer valiente y que también lo había sido la directora de la película, por mostrar una historia así, en pleno inicio de la democracia en la Argentina. Para él, nuestro país se abría al mundo y así lo sentían los cubanos. Me decía: Camila es revolucionaria y denunciante. Yo siento que te miro en la película y puedo conocerte. Tu muestras el alma. Y me lo decía mirándome a los ojos. También me contó sobre el reciente huracán que había afectado a la isla y de cómo se las habían arreglado. En su oficina, con el mar de fondo, yo lo veía como un hombre épico, capaz de comprender todo, un gran curioso y un visionario. Todo en él son hechos Creo que jamás voy a conocer a un hombre como Fidel. Yo trataba de retener todo lo que me decía y me quedaba hipnotizada por el movimientos de sus manos”, dice Susú conmovida, y a la vez, con el pudor que origina una modestia que nunca antes le permitió contar estas anécdotas.

"Hablamos mucho de comida. Fidel me decía: tenemos que hacer malabarismos para comer en esta isla, pero yo tengo mis recetas y pruebo de todo. Me contó cómo se cocinaba el arroz y la langosta en Cuba, y que había hecho una mozzarella de búfala, pero que nadie se atrevía a decirle la verdad, si estaba rica o no. También me dijo que me iba a convidar un poco para que yo le diera mi opinión", agrega la actriz representada por la agencia Multitalent. Por supuesto, no fue esa la última vez que Susú y Fidel charlaron. El ex presidente cumpliría su promesa culinaria en una noche que marcó la vida de la artista argentina. Al día siguiente, en pleno hall de El Nacional, Susú se reencontró con García Márquez, quien de inmediato la invitó a almorzar en compañía de su gente. "Nos fuimos en un auto junto a Gabo y su mujer, Mercedes, y venía con nosotros Mario Benedetti, con quien ya había viajado en avión y mantenido conversaciones muy lindas, algo sublime porque era un ser hermoso. Ese mediodía comimos en La Bodeguita del Medio, bar histórico de La Habana, pero después, al terminar, García Márquez me invitó a su casa en el barrio de Miramar", cuenta Susú.

Los testigos de la época no mienten al describir el gran impacto que la historia de amor entre la joven Camila y el sacerdote interpretado por el español Imanol Arias, había causado en el público. Tampoco, al contar cómo la actriz se quedaba sin palabras, cuando esos gigantes de la cultura le hablaban con tanto fervor sobre su personaje. "Ellos me miraban y sentía que me querían. Yo les decía que debía volver al hotel porque no había sacado la ropa de las valijas y no me dejaban, seguían invitándome, y llevándome de una casa a la otra. En el fondo, siento que en Cuba conocí la esencia del amor. Me adoptaron como su hija y vivimos un enamoramiento mutuo", dice la artista. Esa noche, la casa de Gabo se llenó de invitados, pero el escritor nuevamente la hizo cómplice de un momento que Susú jamás olvidará. "Él no podía consumir azúcar, por prescripción médica, pero me pidió que lo acompañará a la cocina y le avisara si alguien venía mientras él tomaba helado a escondidas (risas)", confiesa. Entonces, ellaadvirtió que algo se movía entre unos arbustos y avisó al autor de "Cien años de soledad" que unos soldados estaban ingresando a su jardín. No había nada que temer: fue el propio Fidel quien ingresó por la puerta que custodiaba Susú. Llegaba con su escolta para saludar a su gran amigo, Gabo, con él, traía en un frasco de vidrio un poco de la consabida mozzarella.

"Veía a Fidel reírse junto a García Márquez. Estabamos ahí los tres, en una cocina viviendo una situación tan familiar... eso es Cuba para mí, el encuentro. Finalmente probé la mozzarella y le dije que estaba deliciosa pero un poco salada. "Viste, yo sabía que ella me iba a decir la verdad!" contestó él. Jamás podré olvidar todo eso... Yo venía de ganar premios, de la entrega del Oscar, de ver toda esa competencia, y en Cuba me hicieron ver la realidad. Aprendí a mirar a los ojos y dar algo de mi corazón a cada persona. Estar aquí fue mi gran educación", concluye la eternamente Camila para Cuba.


Revista Caras | 10.08.2010

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