Por Mex Faliero

El viernes antes de la ceremonia de premiación es un día especial dentro del festival, porque uno ya comienza a presentir el final. No es como el sábado, cuando el final ya está ahí. Ni qué decir del domingo, pero no voy a ponerme dramático -aunque podría- así que diré que este texto casi último está siendo escrito con la sensación de despedida pesando sobre la espalda. Será tiempo entonces de comenzar a hacer balances, pero antes que nada me gustaría hacer referencia a dos películas vistas el jueves y que se piantaron en el medio de la locura de estas coberturas. Luego sí, hagamos un balance y un poco de futurología.

Una sorpresa y una decepción, más o menos por ahí viene la cosa. La sorpresa fue Verdades verdaderas. La historia de Estela, aunque en mi caso debo señalar que se trata de una confirmación: el director Nicolás Gil Lavedra ya había logrado, con el mismo tema, un estupendo corto en Identidad perdida. Y aquí confirma esos logros, y más, al mantener una moderación y contención absoluta para retratar una de las historias más increíbles -y dolorosas- que recuerde el país, como ha sido la última dictadura militar y la construcción de una docente y ama de casa en una de las personalidades más fuertes y presentes en lo que tiene que ver con la lucha por los derechos humanos: Estela de Carlotto.

Lo primero que hay que reconocer es la osadía del director, que elige para su opera prima un tema y un personaje tan fuerte. Lo evidente, es que Gil Lavedra conoce el tema, conoce a sus personajes (los de la ficción y los de la realidad) y reconstruye la historia con respeto, pero a la vez siendo personal en ese retrato. Hay planos y momentos inolvidables, como aquellos en que Estela (una impecable Susú Pecoraro) baja una escalera bajo la lluvia o ese en el que recibe, finalmente, el cuerpo de su hija. También un acertado traveling sobre el final, donde una caja con testimonios destinados a Guido Carlotto (el nieto en cuestión) se mezcla con otros en una estantería, y las voces en off se funden y confunden haciendo de una causa algo general, sacando el conflicto de lo particular hacia lo universal.

Que las mejores escenas de una película en la que el director es debutante y donde el tema ha sido real sean aquellas más duras, habla de un gran manejo del realizador para trabajar en una cuerda sensible, que no se excede en sentimentalismos. Incluso, es interesante ver que no hay actuaciones fuera de registro, sorprendente si en el elenco está Carlos Portaluppi, que tiene como una tendencia a irse un par de tonos más arriba. Película de climas y actuaciones contenidos, tal vez uno puede recriminarle cierta línea demasiado recta en su narración y una pérdida del ritmo cinematográfico en la segunda mitad.

Lo que hace muy bien Verdades verdaderas. La historia de Estela, es ser el reflejo de una causa, incluso más allá de las personas y los personajes. Estamos ante un film político que despartidiza el discurso permitiendo que el tema se universalice. Por eso resultan un poco torpes los inserts finales con los verdaderos nietos recuperados, ya que ancla demasiado al film en el hoy y lo aleja de esa atemporalidad trabajada esforzadamente desde el guión y la dirección. En una época en la que se hablan tantas gansadas (sépame disculpar el barbarismo), Nicolás Gil Lavedra quita lo excedente y en esa purificación de líneas hace que se vea clara y cristalina la causa, una de las más irreprochables que ha conocido la vida socio-política de un país. Con su moderación, un film necesario.

fuente:fancinema.com.ar

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