"Sin el permiso de Estela, ni soñaba con este rol"
La actriz protagoniza Verdades verdaderas, el film sobre la vida de Estela de Carlotto. Asegura que tuvieron muchas charlas y ella le contó que era muy ingenua. Confiesa que no buscó imitarla.
Hace unos meses, PERFIL realizó una visita al set de filmación del film Verdades verdaderas. La vida de Estela, actualmente en Competencia Argentina en la 26ª edición del Festival de Cine de Mar del Plata y que se estrenó el jueves pasado. Lo fuerte de aquella visita era comprobar que un film basado en la vida de Estela de Carlotto estaba siendo rodado, en casi toda su totalidad, en la mismísima ESMA. Es decir, la puesta en un mismo espacio de dos energías: una fantasmal, que se trata de formatear, que habla de la brutalidad de la dictadura y otra, luminosa, sobre una de las figuras más asociadas a la pelea por los derechos humanos y la búsqueda de desaparecidos. Susú Pecoraro es, hoy, Estela de Carlotto en la pantalla. Y sostiene sobre aquel rodaje: “Era raro. Muy. Había que entrar. Era entrar a un cuartel a filmar. Me pasó una cosa parecida cuando filmé Los amores de Kafka, en Praga. Entrábamos a las cuatro de la mañana, a un lugar frío, helado, casi sin calefacción y me hizo pensar: el cine es lo mismo en cualquier lugar del mundo. Digo, alrededor mío estaba la ropa de Amadeus, sus máscaras, pero mientras me vestía, la señora de vestuario me ponía una frazada encima y listo. Acá pasaba lo mismo en el frío de la ESMA: frazada y tecito. Los del cine somos como nómades y armamos nuestra propia carpita donde sea y hacemos la nuestra. Es una capacidad de adaptación que tenemos los bichos de cine que, bueno, es nuestra. No nos lamentamos todo el tiempo por las circunstancias que tenemos alrededor”. Pero finalmente confiesa: “Fue duro en el sentido de que había que superarlo. Pero también se superaba y estaba bien poder hacer algo bueno en ese lugar”.
Pecoraro siente a la ópera prima de Nicolás Gil Lavedra muy cercana: “Saber si era necesario hacer la película o todavía era muy pronto, es una pregunta para el director. A mí sinceramente me parece, considerando los juicios recientes y muchas otras cosas, que es un momento muy bueno para que la película se vea. En este momento puede hacernos bien”, sostiene. ¿Cuál sería la razón de esa idea? “Me parece que es un momento en el que tenemos que hacer lo posible para que haya unidad, por usar una palabra. Es una película contada desde el amor. Que no habla de resentimientos ni de odios. De la búsqueda de la verdad, de una familia. Está bueno que esté encarada así”.
La actriz ya sabe de interpretar la historia, Camila O’ Gorman, por ejemplo, sigue siendo un punto de conexión a la hora de soportar maquillajes, que usó cuando interpretaba a Estela adulta. “No veo más conexiones que la fortaleza, la lucha, comprometerse y hacer del día a día una lucha”. Pecoraro es Estela joven y anciana, es Estela hoy y ayer.
¿Cómo cae entonces en este momento, cuando su catódico andar por Alguien que me quiera ya es un recuerdo? “La posibilidad de hacer de Estela llegó en un momento donde tenía muchísimas ganas de hacer algo así. En este caso, ella es un personaje que en la película pasa por diferentes edades. Había que poner el cuerpo, ¿no?” ¿Qué es poner el cuerpo a la hora de recrear a un personaje en vida y cuyo paso por la historia todavía está en suceso? “Entre ella y yo, hicimos una tercera Estela. Un personaje. No la imité. Aunque hay gente que me decía que la veían a ella cuando me veían a mí: no creo en eso. No quise imitarla. Ni en gestos ni en nada. En el paso del tiempo y de la edad, ahí se la ve a ella”, cuenta. El pronombre nominal, tan en boga, sobre De Carlotto genera la duda sobre qué fue realmente recorrer la vida de De Carlotto desde la ficción: “Poner el cuerpo al servicio de alguien con una vida muy especial y una forma de vivir las cosas así... es raro. Como actriz lo disfruté muchísimo”. ¿Cuánto miedo hubo a la hora de encarar a alguien que representa de forma tan concreta determinada idea sobre los derechos humanos, y cómo actuar algo tan tremendo como la experiencia que hizo a Estela parte de Abuelas de Plaza de Mayo? “Yo tuve la suerte de conocerla, y tener charlas y, obviamente, pedirle permiso. Sin su permiso, ni soñaba con hacer el rol, arrimarme a la película. Le pregunté muchas cosas específicas para hacer todo lo más respetuoso posible. Mucho de lo que ella me contó está: me había dicho que era muy ingenua al principio, que no tenía idea de cada paso que daba”. Y continúa: “Era una maestra que se ocupaba de su casa, veía que los chicos estaban haciendo política pero no tenía mucha idea. Fue lentamente enterándose. La hija me contó que la madre era muy miedosa. Pero justamente esa señora, una maestra, una señora común que no sabía adónde iría a parar con esas cositas que ella iba haciendo, es Estela”.
Dónde ve Pecoraro la fuerza de De Carlotto: “Hay algo ahí que nos está mostrando que, cuando se hacen las cosas con amor, se puede no superar pero sí modificar cierta naturaleza. Hay muchas cosas que ella tiene que superar en el cotidiano, que se ven alteradas por un tener que ir a ver si encuentra al nieto. Todo eso no es un cuento, es una cosa cotidiana que tenés que sostener. Que sólo podés sostener si tenes carácter, que sólo eso te permite que lo puedas sostener en tiempo. Y no volverte una persona egoísta. O por ahí, resentida”. Pecoraro, de hecho, se entusiasma cada vez que habla de De Carlotto. Pero a la hora de hablar de si se soporta ver la película junto a ella, cambia el tono: “Sé que vio la película, que le gustó, le encantó el trabajo pero todo eso son palabras. Seguro que no me voy a bancar ver la película con Estela. Si me toca estar en el preestreno, no la voy a ver. En la privada llorábamos todos, nadie la soportó. Mi marido lloraba y lloraba. ¡Desastre! Fuera de broma, fue una emoción linda. Hay un encuentro, hay amor”.
fuente:perfil.com.ar
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